“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Sal. 40:8).
“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29).
“Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Heb. 10:7).
La fe que lleva a la sumisión de nuestra voluntad a la de Cristo es lo más importante en la vida de cada cristiano.
“Debe haber una transformación del ser entero: corazón, espíritu y carácter... Solamente en el altar del sacrificio y de la mano de Dios, puede el hombre egoísta y codicioso recibir la tierra celestial que le revela su propia incompetencia y que lo conduce a someterse al yugo de Cristo, a aprender su mansedumbre y humildad. La lluvia tardía será derramada en los corazones que se han rendido.
Mientras reflexiona con oración en las siguientes preguntas, pídale a Dios que intensifique su entrega.
1. ¿Me está convenciendo el Espíritu Santo de que debo rendir algo en este momento?
1. ¿Me está convenciendo el Espíritu Santo de que debo rendir algo en este momento?
2. ¿Estará Dios invitándome a abandonar algo que atesoro?
3. Lea el Salmo 51 por completo y pregúntele a Dios qué quiere enseñarle mientras lee.
Medite especialmente en los si- guientes versículos.
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti” (Sal. 51:10-13).
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti” (Sal. 51:10-13).
Dios les bendiga que tengan un excelente día.
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